lunes, 19 de enero de 2009

Creo que corremos hacia los niños. Ellos corren de miedo de que estemos corriendo hacia ellos. Y como van rápido porque les fue mejor en la prueba de gimnasia nos cuesta pila alcanzarlos. Pero en un momento frenan y entonces ahí les decimos que solo queríamos darles un abrazo de oso pero que estabamos tan cansadas de correr que ya no teníamos fuerzas para dar abrazos de oso, ni abrazos de nada. Ahí pueden pasar dos cosas, o bien las niñas nos sentamos en el pasto a llover todas las nubes que nos comimos en el camino, o bordeamos al niño y nos vamos volando hacia donde vuelan las niñas. Que es lejos por eso solo se puede ir volando y los niños nunca pueden alcanzarnos porque tienen las alas rotas de correr tanto.